La pelota de tenis que hablaba a Gabriela

(Un cuento infantil)

Gabriela se disponía a jugar el punto de partido a su favor para adjudicarse su primer GRAND SLAM. Mentalmente se preparó para hacer un saque plano, justo a la cruceta del cuadro de saque de su adversaria. Lanzó la bola y se adjudicó el punto directo, un ACE perfecto que pilló desprevenida a la contraria.

El público, de pié, no cesaba en aplausos, lanzando gritos de ¡Gaby, Gaby! La victoria había sido difícil, frente a la Nº1 mundial del tenis femenino, lo mostraba el resultado: 1/6 6/4 7/5. Gabriela, de rodillas en la pista, vio como pasaban por su mente, como un rayo, los años de duro trabajo, desde su niñez hasta lograr su mayor éxito, el Grand Slam que acababa de ganar, que la situaba en la élite del tenis mundial.

Todo empezó cuando su madre la llevó un día, a sus 8 años de edad, al club de tenis, para apuntarla a clases. Su madre, gran aficionada al tenis, la puso en manos del entrenador con el que tenía confianza de muchos años y que había sido, a la vez, su propio entrenador.

Gabriela se inició con buen pié y la tutela de su “coach” empezó a verse pronto en sus maneras tenísticas. Pronto adquirió un rango dentro de su grupo de entrenamiento y eso la motivó, todavía más, a seguir los entrenamientos cotidianos con mayor interés.

Un día ocurrió algo inesperado que iba a cambiar su tenis de forma radical. El club en donde entrenaba programó una exhibición del equipo nacional de Copa Davis, el cual estaba de paso hacia la final de Australia. Gabriela estaba sentada en un ángulo del fondo de la pista cuando uno de los jugadores, al golpear una bola, la partió. El jugador, con la pelota en la mano dijo “vaya, la bola de la buena suerte”, lanzándola hacia el rincón en donde estaba sentada Gabriela, la cual se apresuró a recogerla, sosteniéndola en la mano como recuerdo. Al apretarla la bola medio se abrió, pareciéndole aquello como una boca, vaya, dijo, “como si me hablara”.

Aquella noche, Gabriela soñó con el tenis que había visto en el club, ¡con que facilidad golpeaban la pelota los campeones! Medio en sueños, vio la pelota que mantenía apretada en sus manos. Pero, esta vez, la bola le habló.
-Hola Gabriela, tu también serás una gran jugadora y un día campeona de un Grand Slam.
Gabriela, medio dormida medio despierta, le preguntó, ¿Cómo lograré serlo?
La bola le contestó, “sigue mis consejos y trabaja duro, cada noche hablaremos de tus entrenamientos y de tu juego. Ahora duerme, mañana tendrás un día duro de trabajo”.

Fue despertarse por la mañana y buscar enseguida la bola rota entre las sábanas. No puede ser, se dijo, las bolas no hablan. Pero lo dijo muy poco convencida de ello, ya que la charla que mantuvo con la bola, la noche anterior, se mantenía clara en su memoria.

Al día siguiente, al ir al entreno de tenis, metió la bola en su mochila. No la podía dejar en casa.

La bola se había convertido en su talismán. El entreno, esta vez, fue muy divertido, y al recoger la mochila, sin saber el motivo, cogió la bola y la besó, diciendo “gracias bola”.
A partir de ese día, Gabriela situaba la bola siempre junto a su mochila, como si pudiera verla jugar, como si esperara su aprobación a lo que hacia en los entrenamientos.

Se acababa el fin de semana y su entrenador le había programado un partidito de tanteo, con el propósito de asegurarse de que su progresión se vería realizada compitiendo.

Jugando “sets” de 21 puntos, la concentración se hacía necesaria en cada golpe y en cada punto. Gabriela salió triunfante de la prueba y recibió los mayores elogios de su entrenador y padres. Recogió su pelota talismán y regresó a casa feliz y contenta.
Cansada como estaba, pues la partida le había exigido un gran esfuerzo mental y físico, se ducho y se metió en la cama enseguida después de la cena.

Sobre la medianoche algo la despertó y sus ojos, entreabiertos, se fijaron en la pelota que había colocado sobre su mesita de noche. La voz que escuchó era la misma que había oído la noche anterior.

-“Hola Gabriela, como te prometí estoy aquí otra vez. Hoy te he visto jugar, lo has hecho muy bien. Mi consejo de hoy, sobre tu juego, será muy resumido. Primero, mira siempre la pelota, desde el momento que sale de la raqueta del contrario. Segundo, pega a la bola delante de ti y cuando sube. No la dejes caer, ello solo dará más tiempo al contrario para prepararse”.

Como en sueños, Gabriela escuchó esas palabras, memorizándolas inconscientemente. La bola no dijo nada más y a Gaby le pareció que la bola le sonreía. Se durmió con ese pensamiento.

Al día siguiente, el entrenó fue diferente. Tenía sentido lo que le dijo la bola mágica. Al mirar la bola con mayor atención, y golpearla subiendo y delante, no daba tregua al contrario.
Al final del entreno su entrenador la llamó aparte y le preguntó si recibía consejos de alguien, además de él mismo. Gabriela no podía desvelar su secreto, tampoco no la iba a creer nadie, por lo que contestó que no y que solo se fijaba mas en mirar la bola.

Más noches siguieron, hablando con su bola talismán, y más consejos recibía, pues la bola, que había recibido su sabiduría directamente de los campeones, la iba transmitiendo con detalle a Gaby.
-“Anticipa preparación. Aprovecha las bolas cortas para atacar. Decide los golpes en la red. Remata hacia el ángulo contrario del jugador”.

Poco a poco, escuchando a su bola, la cual le transmitía todos sus conocimientos con detalle, Gabriela se iba convirtiendo en una gran jugadora, hasta que llegó su primera gran victoria.

Solo habían transcurrido dos años, desde el inicio de su aprendizaje y ya se había situado en el segundo puesto del ranking de su club.

La primera jugadora del club era una niña de 16 años, que ostentaba el primer puesto desde hacia varios años, cosa que le daba mucha confianza y era respetada por las demás, ambas cosas influían decididamente a la hora de enfrentarse a ella.

Al iniciarse el partido, Gabriela tuvo muy presente los consejos recibidos, de su mágica bola, ante este importante partido.
-“Si tu adversaria es fuerte desde el fondo de la pista, tiraje pelotas cortas para que avance hacia la red. Si devuelve bien tus golpes planos, tírale cortados o liftados. Si resta mal de revés, tírale hacia ese lado”
Todo ello debía realizarlo con mesura, no insistir sobre las debilidades, cosa a la que se acostumbraría su rival.
De esta forma, el partido se iba decantando del lado de Gaby, hasta que la campeona perdió la confianza poco a poco, en detrimento de su propio juego.

Gabriela ganó, jugando pacientemente y de forma inteligente, no preocupándose si perdía un punto y centrándose en el siguiente. El partido se resolvió a su favor y ello le dio el primer puesto en el ranking social. Con esta victoria consiguió su entrada en la selección regional y su paso definitivo para participar en los campeonatos nacionales de su categoría.

Su primer éxito nacional.
-“Ganar o perder no tiene importancia, jugar bien si”
Esta fue la última advertencia de su bola, antes de iniciarse en el nacional, dándole la confianza que necesitaba para el campeonato.

Las primeras rondas se iban sucediendo, ganando partida tras partida, hasta llegar a la final.
La final fue, para Gabriela, como un partido más. Observando a su contraria, pronto vio sus debilidades y la obligó a subir a la red, zona en que la rival no se encontraba cómoda, pasándola por los lados o con un preciso “lob” por encima de su cabeza. El resultado fue un apabullante 6/2 6/0.

A esto siguió el campeonato de España, luego el de Europa y mas tarde el mundial de Miami en USA. Gabriela se proclamó campeona del mundo de su categoría con tan solo 16 años.

Llegados a este punto, la “bola mágica” se convirtió en su inseparable compañera, aunque ya pocos consejos le podía dar. Gaby, ella misma, era una experta gran campeona. La bola era solo una observadora de su juego y su presencia era meramente simbólica.

Los años transcurrían y Gaby, como era conocida mundialmente, estaba en la cúspide del tenis mundial. En el umbral de su adolescencia sus pensamientos la llevaban a lugares imaginarios de grandeza y gloria, tenía, como le comentó una noche su bola mágica, que poner los pies en la tierra.
-“Recuerda, le dijo la bola, que solo eres una niña. Tu carrera acaba de empezar. Si quieres mantenerte en lo más alto tienes que seguir trabajando como hasta ahora, entrenarte más duro si cabe, mejorando y perfeccionando tu juego. Si tu mejor golpe es la derecha debes seguir entrenándola tanto o más que el revés, de otra forma la verás debilitada. Piensa en el saque, el golpe que menos se entrena, dedícale más tiempo. Quédate después de los entrenamientos y márcate unas dianas. Si piensas así, el futuro estará en tus manos”

Ni corta ni perezosa, Gaby se puso a trabajar en los consejos recibidos, como cuando se inició en el tenis. Como si empezara de nuevo.

Con ello, y con más recursos, inició una perfecta preparación física, contrató un psicólogo para mejorar su control mental y, de acuerdo con su entrenador, pusieron en marcha un programa de entrenamientos, lo más parecido a la competición, contratando a un jugador de élite para mantenerse a la altura de las mejores jugadoras del mundo y superarlas.

Después de Ganar su primer Grand Slam. Siguieron el OPEN USA, WIMBLEDON, ROLAND GARROS, AUSTRALIA, la COPA FEDERACION.
Gabriela era “la Nº1 del tenis mundial”. Sin ella, los torneos femeninos no eran lo mismo, les faltaba la magia de Gaby. Allí se mantuvo durante varios años, glamorosa y espléndida. Cada vez que salía a la pista recibía por adelantado los aplausos y el cariño de todo el público. No era de extrañar que sus rivales jugaran algo acomplejadas, con tanta gloria y talento delante.

Después de su quinto año de alta competición, habiéndolo ganado todo, ocurrió la gran tragedia. Un grave accidente de tráfico lesionó su brazo izquierdo, impidiéndola jugar durante todo un año. A pesar de una especial rehabilitación y fisioterapia, su brazo no fue nunca el mismo de antes. Su saque no tenía la misma precisión al tener que lanzar la bola con el brazo lesionado. Gaby tuvo que abandonar la alta competición. La lesión severa de ligamentos y la rotura de la cápsula de rotadores eran irrecuperables, no tenían solución. Sus días como jugadora internacional se habían terminado.

Gabriela, de esta forma tan inesperada, vio truncada su carrera deportiva y tuvo que recurrir a su talento y autocontrol para no caer en la desesperación.
Se encontraba en la habitación de su hotel, durante una de las visitas que regularmente tenía programadas con su fisioterapeuta en los EE.UU. para intentar, como último recurso, encontrar una solución a su lesión. Era su última noche. Cabizbaja, llena de pensamientos negativos. Luchando por apartarlos de su mente pensó en su bola mágica, como siempre sobre la mesita, junto a ella en la habitación. ¿Ahora, que voy a hacer?

Poco tiempo tardó en recibir respuesta de su inseparable bola.
“Gabriela, no debes preocuparte, esto no es el fin del mundo, todo se arreglará. Eres joven y tanto tu cuerpo como tu mente están preparados para este trance. Recuerda el gran campeón Pancho Segura, que nació con polio y consiguió ser el nº1 mundial, superó esa terrible enfermedad a base de voluntad y entusiasmo. Tú tienes muchas niñas y niños aguardando que les transmitas tus conocimientos. ¡Te están esperando! Ahí tienes un objetivo al cual acudir y superar. Goza y disfruta con ello, como si volvieras a empezar con el tenis de nuevo. Será divertido ver como te conviertes en la mejor entrenadora del mundo, como jugadora ya lo has sido, diviértete ahora con este nuevo reto.”

Soñando con ello Gaby se durmió y, pensando que estaba golpeando bolas en una pista de tenis, vio venir a muchos niños hacia ella pidiéndole consejos.

Oía claramente los golpes de la bola, pero no, era el conserje del hotel que golpeaba la puerta para anunciarle que eran las ocho de la mañana y su avión salía para España dentro de dos horas.

Pero, ¿Qué pasó luego con la pelota mágica? No debéis preocuparos, la pelota sigue allí, sobre la mesita del dormitorio de Gabriela, esperando poder ayudar, un día, a algún alumno de Gabriela con sus mágicos consejos.

 

pascualPascual Maroto
Profesor Nacional de Tenis R.F.E.T
Master en Psicología Deportiva